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La prevención tradicional de accidentes suele basarse en el análisis de una serie de acontecimientos que, en conjunto, conducen a un accidente.

Normalmente, la atención se centra en los fallos de los factores físicos, las decisiones de gestión y la falta de competencias. Este enfoque refleja un apetito de riesgo fundamental, en el que las decisiones se toman en función de la comprensión de cuándo hay que correr riesgos.

Muchas organizaciones utilizan el "modelo iceberg", que supone que tratar con
un número suficiente de cuasi accidentes puede evitar accidentes graves en el futuro. Aunque este modelo tiene sus ventajas, existen dudas sobre su capacidad para prevenir eficazmente los accidentes graves.
prevenir accidentes si la atención se centra únicamente en incidentes pasados.

El problema de este enfoque es que a menudo se basa en denominadores comunes que no son las causas reales de los accidentes graves. Por ejemplo, las estadísticas suelen mostrar las caídas desde alturas o los "resbalones, tropiezos y caídas" como los mayores problemas, pero se trata de síntomas superficiales de problemas más profundos.

La raíz de los accidentes graves se encuentra a menudo en la cultura de la organización y la
el comportamiento arriesgado de empleados y directivos. Aquí es donde surgen las circunstancias críticas.

Trabajamos ahora con Eskild Sørensen, un peso pesado en materia de seguridad, para
Arrojar luz sobre el modo en que la cultura de la empresa y los procesos de toma de decisiones influyen en la gestión del riesgo y las prácticas de seguridad. El objetivo es crear un vínculo más fuerte entre cultura y prevención para que el riesgo se gestione de forma proactiva en lugar de reactiva.